25 de junio de 2007

Mª ELENA SUTIL -OPINION





Mª Elena es moderadora en el Refugio de Esjo ,y una luchadora mas contra el Acoso Escolar ,estudia Biologia y pronto acabara su carrera.













Yo fui víctima de acoso escolar durante toda la enseñanza no universitaria, de los 6 a los 17 años. 9 años aguantando todo tipo de malos tratos por parte de mis compañeros, siendo la impopular, la que no es nadie siquiera, con la que puedes descargar toda la ira acumulada en clase o en casa o...y sin que la mayoría del profesorado y de los padres de mis compañeros hicieran nada por mí, aún cuando mi padre intervino. 4 años casi hace que dejé el instituto y últimamente lo he pasado y a veces aún lo sigo pasando muy mal como consecuencia de todo aquello.
Al principio, cuando me enteré del caso de esta chica de Alicante, me alegré de que se hubiera tomado esta medida. Yo quiero hacer todo lo que esté en mi mano porque otros niños y adolescentes e incluso jóvenes no tengan que pasar por este infierno, pero yo sola no puedo, tenemos que unirnos, toda la sociedad tiene que ser consciente de la gravedad del problema, de su magnitud y del sufrimiento enorme que padecen las víctimas.
Creí que, por fin, la sociedad daba un pequeño paso más, desde que mirase lo que siempre había estado ahí, pero nunca quiso ver tras el suicidio de Jokin-aquel joven vasco tan desesperado debido a los malos tratos por parte de sus compañeros que ni ilusión tenía por cumplir sus 15 años-hacia la toma de conciencia acerca de esta lacra. Pero me equivoqué. Todo el sufrimiento que yo he pasado hizo que creara en mi cabeza muchas ilusiones, que albergara mucha esperanza al conocer esta medida...tanto, que cuando leí estas palabras de la doctora Araceli Oñate, no estaba del todo de acuerdo con ellas. Me dejaron sorprendida...
Ahora, me han llegado noticias horribles. La chica ha tenido que dejar el centro porque la acusan de chivata. Los profesores, director del centro y demás autoridades educativas resulta que son unos santos y la madre de la niña lo único que quiere es llamar la atención saliendo en los medios, sensacionalismo, le han llamado a eso.
Yo lo llamo defender a su hija contra unos chicos que, al igual que mis ex-compañeros y como bien dice doña Araceli Oñate, no son maltratadores domésticos. Lo que ocurre es que no han sido bien educados por sus padres y éstos han delegado su educación en la escuela, cosa muy frecuente hoy en día y que fue lo que les pasó a mis ex-compañeros.
No creía que la chica tuviera que dejar el centro, estaba protegida, decía yo, pero ahora, efectivamente, la han señalado y todas esas medidas no han servido de nada, si acaso para confundir más a la gente acerca de lo que hay que hacer ante un caso de violencia de género y uno de acoso escolar, que, si bien ambas son formas de violencia que no deben de ser toleradas en una democracia y tienen cosas comunes, también tienen sus diferencias, y desde luego no ha sido nada bueno tratar a estos chicos como en un caso de violencia de género, porque sí, a los 2 mayores de 14 años se les puede acusar de un delito contra la integridad de una persona y eso, pero no son criminales desde que nacieron, sólo que no han sido bien educados. Además, según esto, si el acosado es un chico, o si el acoso se produce entre chicos del mismo sexo, no hay nada que hacer...
Pues yo pienso que sí que lo hay. Que toda la sociedad piense cómo está la Educación en este país-de pena-y que no se repita más lo de Gobierno nuevo, Ley de Educación nueva-eso, mejor lo dejamos para los buenos propósitos de cada uno en año nuevo-y qué se puede hacer para mejorarla, que toda la sociedad reflexione acerca de qué está pasando para que miles de chicos sufran un tormento diario mientras duran las clases, y aún lo sufran años después de haber sido acosados, llegando incluso a los intentos de suicidio o al sucidio consumado, que toda la sociedad piense acerca de los valores en los que se basa, que luego los medios de masas se encargan de echar abajo, de lo mal que está la conciliación entre la vida laboral de los padres y su vida familiar, que éstos no pasan apenas tiempo-y no sólo hace falta tiempo, sino tiempo de calidad, aunque sea poco-con sus hijos, y en otros tantos problemas que de verdad afectan a los ciudadanos de esta sociedad del bienestar, que los políticos estén verdaderamente para representar a los ciudadanos y a su servicio, y no metidos en batallas por votos con temas que luego no son los que más les afecta a la gente, o en enriquecerse ilegalmente...
Porque, si no se hacen estas cosas, medidas de este tipo no sólo no sirven de nada, sino que son totalmente absurdas, y se ha demostrado en este caso. El remedio ha sido peor que la enfermedad.
Por todos los chicos que están sufriendo injustamente, hagámoslo. Ellos no se merecen esto, porque son víctimas de malos tratos y nadie merece ser maltratado.
Unamos nuestras fuerzas para luchar contra esta lacra de nuestra sociedad.
TOLERANCIA 0.
NO AL ACOSO ESCOLAR.
María Elena Sutil Lorenzo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El ambiente en mi curso de 1º de Bachillerato.

1º de Bachillerato C. Yo, la Biología y los líderes del grupo de mi colegio.
Durante este curso, tuvieron lugar los mayores problemas con los chicos de mi colegio, aunque no todos ellos estaban en mi grupo.

Día de la presentación de los grupos de 1º de Bachillerato para el curso 2001-2002.
Estas presentaciones de grupos eran una tradición anual, y se hacían del siguiente modo.
A una determinada hora el día antes de empezar las clases, los alumnos de un mismo curso se reunían todos en el salón de actos del instituto. Allí, la Jefa de Estudios hablaba un poco a los alumnos para inaugurar el curso. Luego, iba diciendo primero la letra del grupo, después los alumnos que lo integraban y a continuación asignaba un tutor y un aula oficial al grupo recién formado. Los grupos se formaban según la modalidad-en bachillerato-y según las optativas elegidas-en todos los cursos-El tutor conducía al grupo a su aula cuando se lo asignaban, le dirigía unas palabras y despedía a los alumnos hasta el día siguiente, lo que ocurría en todos los grupos del curso al mismo tiempo. Cuando todo esto terminaba, citaban al siguiente curso, y así sucesivamente.

Los grupos 1º D y 1º C.
A mí, en esa presentación, me tocó en el grupo 1º D, ya que yo era del Bachillerato de Ciencias de la Naturaleza y de la Salud y había elegido Francés como optativa, pensando en la importancia de los idiomas en este mundo de hoy en día. Este grupo tenía como miembros a algunos de los chicos de mi colegio-aunque no a sus líderes-y a algunos de los compañeros del 4º B que tan mal me lo habían hecho pasar el curso anterior, sobre todo D M. Yo tenía miedo a todos estos compañeros, sobre todo a D, porque era el íntimo amigo de Ch, que se había quedado este curso en el instituto, repitiendo 4º. Menos mal que por lo menos a Ch no lo volví a ver.
Por ello, los comienzos de este curso no fueron nada buenos para mí. El primer día volví a casa llorando. Mis padres vieron cómo a mí, que siempre me había gustado estudiar e ir a clase para poder aprender cosas nuevas, me costaba levantarme, cómo iba a clase con miedo y mucha tristeza, y cómo les contaba que sólo me sentía a gusto en clase de Francés, pues D M, el compañero al que más temía, había escogido Alemán y, durante aquella hora, no éramos compañeros de clase. Por las tardes, no quería estudiar, cuando yo estudio normalmente desde el 2º día de curso. Me ponía a ver la televisión de la habitación de mi hermano con las persianas bajadas o me encerraba en la mía.
Mi padre intentó buscar una solución y me llevó a una psicóloga privada. Yo me sentía muy culpable, tenía mucho miedo y creía que era yo la que tenía el problema, y que por eso me mandaban a un psicólogo, para castigarme. La psicóloga me atendió bien, aunque lloré mucho mientras estuve con ella, debido a lo mal que lo estaba pasando. Pero, después, hizo pasar a mi padre y le comentó cómo iban a ir las cosas y los honorarios de las consultas, y a mi padre no le convenció mucho, porque dijo que lo que había dicho la psicóloga ya lo sabíamos y que le parecía muy caro, así que no volví a ir.
Pero algo había que hacer, porque yo estaba cada vez peor. El jueves de la primera semana de curso, justo en clase de Francés, el director me llamó y me presenté en su despacho. Nunca se me olvidará aquella escena. Él ni siquiera me mandó sentarme, me dijo que, si quería cambiar de clase, se haría y punto. No me recibió más que unos minutos, y con una frialdad extrema, como si yo fuera la culpable, o así me sentí yo.
Él habló con mi padre y le dijo que sólo podía ir al grupo 1º C o 1º B si elegía Ciencia, Tecnología y Sociedad como optativa, pues el grupo A también tenía esa materia pero estaba lleno. Yo elegí el 1º C. Nadie me había dado las listas de los 2 grupos, pero me habían dicho que era un grupo muy grande y que allí había pocos chicos de mi colegio, además de que tenía muy buen ambiente de estudio porque era uno de los grupos en los que estaban los mejores alumnos del curso, con lo cual yo tenía esperanzas de que mi problema se solucionara este curso, cosa que, como se verá, no ocurrió.
Del 1º D se dijo a lo largo del curso que había muchas peleas entre los miembros del grupo, que no era el que mejor ambiente de estudio tenía...Tanto alumnos como profesores corroboraron esto. Yo fui testigo directa de algunas de estas peleas. Y ya lo veía venir desde el principio.

El 1º C era una clase gigante para un instituto como el mío, con sus 31 alumnos, y el aula era muy pequeña, de modo que la situación era exactamente la opuesta a la del curso anterior y estábamos muy apretados en las clases. Compañeros míos que recuerdo de este curso son S I, G S, R R, P A, F, Gi, M E...y podría seguir, porque me acuerdo de casi todo el grupo, o de todo. Algunos me acompañaron luego en 2º, como J o C. Entre los alumnos del 1º C había de todo en cuestión de estudios, no como en el 4º B, en el cual había 2 grupos opuestos claramente definidos. Había algunos alumnos que no pegaban ni golpe, pero otros eran muy buenos alumnos, como Z, uno de los chicos de mi colegio, que es a las Matemáticas lo que yo a la Biología, o A y L T la subdelegada, dos de las compañeras a las que yo más quería de toda la clase.

Yo me cambié a este grupo el viernes de la primera semana de curso, y D M, al verlo, me dijo ¿Te vas? mejor, así no tendremos que verte más. Yo, aunque me sentí liberada, me sentí mal a la vez. Pero todavía me sentí peor cuando fui al servicio un momento, antes de colocar mis cosas en mi nueva aula con la ayuda de mi madre, y descubrí que tenía una zona del labio superior hinchada y con sangre. Al parecer, me lo había mordido de los nervios y, como en aquella época yo tenía mucho acné, se sumó eso y me causó la herida. Intenté limpiarme un poco, y más cuando se dio cuenta mi madre en el pasillo. Pero, una vez entré en mi nueva clase y me concentré en la clase de Química, después de que el profesor y tutor del grupo me admitiera, yo me sentía feliz. Tenía muchas esperanzas puestas en ese cambio de clase.
El director, en realidad y por lo que pude deducir de la conversación que mantuvimos la noche del jueves mis padres y yo, les había sugerido ese día cuando habló con mi padre que me cambiase de centro, pero yo no quise irme. Aunque pocas, había algunas personas a las que quería y que me querían y, además, en las normas del centro dice que son los alumnos que atentan contra la integridad física, psíquica o moral de cualquier miembro de la comunidad educativa del centro los que pueden ser sancionados con esa medida de cambio de centro, que es la sanción máxima que imponen las normas de mi instituto, por haber cometido una falta calificada en el reglamento del centro como muy grave. Me volví a sentir culpable, pero algo me decía que no había hecho nada y que era injusto que yo me fuera del centro y a los chicos de mi colegio, a los de 4º B, a Ch y otros ni siquiera les fueron aplicadas las sanciones más leves aún cuando varios profesores sabían los hechos ocurridos, mi situación y la relación que yo mantenía con estos compañeros.

En este curso, hay sobre todo 6 personas que fueron importantes para mí y de las que me acuerdo mucho en relación con él.
Las 6 personas importantes de 1o de Bachillerato C.
O, nuestro tutor.
El tutor de nuestro grupo, que después me dio también clases de Química en 2º, era un profesor muy duro en su asignatura y a veces un pelín borde. Pero aparte de eso, es muy buena gente. Supo hacer las tutorías mejor, en mi opinión, que su compañero V, e incluso consiguió que algunas de esas horas se destinaran a prácticas cuando el grupo marchaba bien. Claro que el 1º C no era tan conflictivo como el 4º B, sobre todo, creo yo, porque no había alumnos del tipo de Ch o su amigo D M que, aunque saca buenas notas, cuando se juntó con Ch era más de lo mismo.
El caso es que este hombre explica de maravilla y nos mandaba hacer muchos tipos de problemas para aclararnos la teoría, porque para él-y para la mayoría de científicos-la ciencia no consiste en hacer problemas, sino en tratar de explicar lo que ocurre en la naturaleza. En eso estoy totalmente de acuerdo con él. Además, promovió muchas iniciativas para hacer del grupo un equipo y para que fuéramos críticos y miráramos por nuestro futuro.
Hace poco me acabo de enterar de que ya consiguió su gran obsesión a esas alturas de su carrera, jubilarse cuanto antes, pues ya estaba cansado de tener que aguantar a los alumnos, sobre todo a algunos. Le deseo todo lo mejor.

El profesor ocupado.
Ja era el profesor de las asignaturas Filosofía y Ciencia, Tecnología y Sociedad, CTS-asignatura que sustituyó a Francés al irme al 1º C-Es un filósofo de la ciencia que se ocupaba de impartir asignaturas de letras o con parte de letras y parte de ciencias a alumnos como nosotros. Él quiso que supiéramos de todo, aunque sus asignaturas eran de letras en su mayoría.
Explicaba muy bien y siempre estaba implicado en algún proyecto. Acudía siempre que el director u otra persona le requería, muchas veces cuando estaba dando clase de CTS, y siempre volvía para terminarla. Nosotros nos quedábamos un rato solos-no sé para qué están en mi instituto los profesores de guardia, que nunca vienen más que a pasar lista a pesar de que las normas establecidas les asignen otras funciones si falta un profesor-y nos divertíamos muchísimo. Por todo este asunto de las salidas de clase y los proyectos, yo le llamaba para mí the busy teacher-el profesor ocupado-y también J2, porque su nombre completo es J J.

La chica de la baja.
Mi compañera M en realidad se llama M M, pero la llamábamos sólo M porque así nos lo pidió ella, ya que su segundo nombre no le entusiasma.
No estuvo todo el curso con nosotros, pues no le iba bien en estos estudios y decidió dejarlos para hacer un módulo. Sin embargo, durante su estancia en el grupo, siempre fue una buena compañera y una de mis pocas amigas del grupo. El día siguiente a aquel en el que se había marchado, O, pasando lista, se dio cuenta de que no estaba y la llamó la de la baja, cosa que le hizo mucha gracia cuando días después me la encontré en el camino de regreso a casa y nos quedamos un tiempo hablando.
Me gustaba mucho regresar a casa con ella después de las clases. Podía hacerlo, porque ella vive muy cerca de mi casa. Cuando no venía con ella, me solía acompañar Al, la delegada, que también vive cerca de mi casa.

M I R B.
I era una repetidora. Por eso yo la considero mi hermana mayor del instituto más que mi amiga, ya que, si yo no sabía algo acerca del curso, ella me informaba, pero también me gastaba bromas, aunque no del tipo de lo que los chicos de mi colegio llamaban bromas. Ella nunca me agredió de ninguna manera, y yo, después de una de éstas, siempre me acababa riendo.
Esta chica fue la compañera de 1º que motivó la historia de los chicos de mi colegio y las notas de Biología, pero que quede claro que no fue culpa suya. También fue la compañera con la que más estaba en los recreos. No era muy amiga de los chicos de mi colegio, bueno, quizás de Al, pero ella tampoco me trató mal nunca.
A I no le gusta mucho estudiar, por eso estaba repitiendo, y a final de curso nos dijo que se iba a estudiar un módulo de peluquería, que es lo que le gusta. Por lo tanto, ella no siguió en el instituto al curso siguiente, y nos hemos visto siempre fuera del centro a partir de su marcha. Hace mucho tiempo que no la veo.

La amiga de los chicos de mi colegio.
A Ir no es que le tenga cariño precisamente y por eso la nombro. Al principio intenté ser amiga suya. La conocí en CTS, y aunque los líderes del grupo de mi colegio no daban esa asignatura, las obligatorias las cursábamos todos, por lo que ella los conoció y...ya no hubo remedio. Se juntó con ellos y yo no pude hacer nada.

Mi futuro colega.
Y la sexta persona es Go, el profesor que se ocupó de impartir este curso la rama de ciencias que incluye la Biología y la Geología.
Este profesor de 1º, en concreto, daba clases a los grupos B-del que era tutor-C y D, porque del A se ocupaba su compañero, nuestro profesor de 4º.
En las clases de Biología y Geología me lo pasé muy bien este curso, porque el profesor es muy majo y muy gracioso, a pesar de que las impartía como en la universidad, es decir, por apuntes, y los alumnos buscábamos la bibliografía si nos interesaba. No llevábamos libro a clase, sólo hojas para tomar apuntes. Y las prácticas de la asignatura fueron las únicas un poco serias que tuve en toda mi etapa del instituto. En este curso había más clases dedicadas a eso, y por eso pienso yo que son serias. Podíamos ir con más tranquilidad y dedicarnos a aprender un poco con las prácticas, ya que el tiempo disponible era mayor. Sólo es mi opinión.
Ahora que soy universitaria, me acuerdo mucho de este profesor. Claro, soy su futura colega...y en él tengo un buen ejemplo, porque ha logrado hacer un doctorado y eso es lo que quiero yo también...

Y, casi se me olvida, el político.
A última hora añado a esta lista a M A O. Este compañero de Energías Renovables de 4º, ya mencionado, no formaba ese curso parte de mi grupo, pero, al pasarse de la vía tecnológica que había seguido en 4º a la científica, acabó en el 1º C con CTS como optativa. Al principio sí mantuve con él una relación de cierta amistad, pero, a finales de curso, se juntó con los chicos de mi colegio. Conoció a varios de estos chicos, y...el final, igual que con Ir.
Para mí-porque nunca se lo dije a él-le recuerdo como el político porque, en clase, se dedicaba a hacerles la pelota a los profesores-tipo clases de Ja-o a discutir acaloradamente con ellos-tipo clases de Go, quien, irónicamente, lo llamaba mi amigo-y, cuando se lo contaba en casa a mi padre, él me decía que mi compañero valía para ser político. En 2º de Bachillerato, él se quedó repitiendo 1º y, después de mi marcha del instituto, se ha confirmado la hipótesis de mi padre, pues se ha implicado en la Asociación de Alumnos e incluso ha hecho protestas, manifestaciones y ese tipo de cosas, que ya hacía cuando éramos compañeros en 1º C.

Al pertenecer mi grupo al Bachillerato de Ciencias de la Naturaleza y la Salud, teníamos las asignaturas de ciencias conforme a esta modalidad, además de las obligatorias, como E. F y Lengua, comunes a todas las modalidades de Bachillerato.

Cuando yo me cambié de clase, los líderes del grupo de mi colegio, que coincidieron conmigo, me dijeron que no les tuviera miedo, que iban a cambiar si algo me había molestado y que se iban a portar bien conmigo. Yo me lo creí y mis padres me veían muy contenta y feliz. Y lo estaba. Lo que yo no sabía es que estos chicos no iban a hacer precisamente eso, sino todo lo contrario, durante casi todo el curso.

Al principio estaba muy contenta, pero luego me di cuenta de la capacidad de los chicos de mi colegio para formar grupo y que todos se unieran a él. Por ello, ya en el primer trimestre empezaron los problemas, me molestaban en clase, me seguían poniendo motes como guarra o fumada y me humillaban en cuanto podían. Mis únicas amigas fueron M e I, también Al y L T. y al principio M E y A, luego, a finales de curso, ellas 2 callaron por miedo cuando mis compañeros me hacían algo.

En los recreos, solía salir menos aún del centro que el curso anterior. Esa tendencia continuó en el curso siguiente, 2º. Me quedaba en clase o por los pasillos, la mayoría de las veces acompañada de I y de M, estando también poco tiempo con los chicos de mi colegio. Así me sentía más segura. A lo mejor con 15-17 años se es bastante mayor para esto, pero lo que más hacíamos en los recreos era jugar a escondernos en alguno de los muchísimos huecos del centro. También nos gustaba mucho hablar entre nosotras.


Fueron muchas las cosas que me ocurrieron durante las clases de las diversas asignaturas en este curso, que iré relatando a continuación, pero, sobre todo, en las clases de 2 asignaturas en concreto. Educación Física y Biología.

En Lengua, me tocaba en mi primer grupo con S, pero, al cambiarme de grupo, coincidí con la que yo creo es la mejor profesora de esta asignatura en el instituto. E E consiguió lo que parecía una misión imposible, es decir, que me gustara la Gramática aunque sólo fuera un poco. Y también logró que mostrara todo lo que yo sabía acerca de la Literatura, parte de la asignatura en la que me puso siempre notas por encima del 9. Ella siempre intentó poner orden en su clase y que los alumnos la respetaran y se respetaran entre ellos. Pero, precisamente por ello, cometió un error. M A O era menos conflictivo que Ch, pero, aún así, lo era. Hablaba mucho en clase e incluso le contestó a la profesora en varias ocasiones con palabras nada amables. Así que, a finales de curso, la profesora hizo cambios en la disposición de los alumnos en la clase y, en su asignatura, este chico debía de sentarse siempre enfrente de ella. Pero A V, uno de los líderes del grupo de mi colegio, protestó y se puso tan pesado, que lo cambió para adelante, de modo que mi compañero F se sentaba entre él y yo. Tenerlo tan cerca no fue muy bueno, la verdad. Además, en esta asignatura, la profesora decía las notas en público al final de cada trimestre, a no ser que el alumno no quisiera. A mí no me pareció mal y no me opuse a que dijera las mías, pero eso les molestó, parece ser, a los de mi colegio, pues mis notas eran siempre por encima del 8, llegando al 9,75 en un examen de Literatura.

En cuanto a Matemáticas, fui aprobando, primero con E, mi profesora de 4º y la que me dio la suficiente confianza en mí misma como para aprobar en un sólo curso la asignatura de 3º-que suspendí-y la de 4º, además, con la ayuda de L, una profesora de apoyo que conocí en Lengua en 3º. A L la destinaron a finales de 4º a otro centro, pero siempre la recordaré por lo buena que fue conmigo.
Luego, mi profesora fue madre y por ello la sustituyó Az, una profesora muy divertida, que me aprobó el curso al final. Suspendí sólo una vez en todo el curso y llegué a sacar notables, por lo que estoy muy contenta de mis progresos matemáticos durante el curso de 1º. Pero esa vez que suspendí lo pasé muy mal, por las razones que luego diré. Además, el carácter de mi nueva profesora y su forma de dar las clases hacía que éstas fuera un desmadre y eso les daba oportunidad a algunos de mis compañeros para, por ejemplo, tirarme papelitos, o molestarme de modo que me retrasaba en mi tarea de resolver los problemas que debíamos hacer durante la clase.

En Física y Química me lo pasé mejor mientras dimos esta última asignatura en el primer cuatrimestre de 1º. La Química es más de estudiar, cosa que se me da bien, y me gusta más que la Física. Aunque esta materia también es bonita, es muy difícil porque hay que usar un aparato matemático bastante complejo. Si no eres sobresaliente en Matemáticas-y yo no lo soy-no lo vas a ser en Física.
Aparte de esto, ya que mi tutor era un profesor de los llamados duros, sabía manejar al grupo y mis compañeros no se atrevían a meterse conmigo en esta clase, por lo que, siempre que nos tocaba dar esta asignatura, yo sentía un enorme alivio. Por lo menos iba a estar bien durante 50 minutos o una hora.
Las notas en esta asignatura también se decían en público, aunque nuestro tutor no daba opción al alumno, las decía tras cada examen y ya está. Nuevo motivo de molestia para los chicos de mi colegio, pues en Química, nunca bajé del 9, llegando al 10, y en Física, nunca bajé del 8.

Otra persona importante es el cura M, que nos dio Religión. Es un señor bastante joven y majo, que proviene de los salesianos, actualmente ayudante de nuestro párroco, y también tiene ideas un poco raras, pero muy buenas, como P. Nos mandaba hacer muchos ejercicios y hablaba mucho con nosotros sobre temas interesantes como la educación sexual, la violencia, etc. En su clase no había tiempo libre como en las de Manolo, aunque generalmente nos divertíamos también mucho. Yo, a medida que avanzaba el curso, dejé de pasármelo tan bien.

Un ejemplo de ello, que para mí no fue muy buen momento, es que un día nos hizo sacar una hoja en blanco a cada uno. Cada alumno escribía en la hoja su nombre y la pregunta ¿Cómo me ves? y luego se la pasaba a sus compañeros por orden de mesas hasta que todos los alumnos hubieran tenido cada uno en sus manos las hojas de todos sus compañeros. En las hojas, nos mandó escribir lo que opinábamos de los compañeros, tanto lo bueno como lo malo. Era un ejercicio interesante que servía incluso para conocer gente si te tocaba la hoja de algún desconocido, ya que no nos conocíamos todos porque éramos mezcla de grupos y en mi instituto no podías conocer a grupos enteros porque son muchos alumnos-de hecho, al ser el más prestigioso, es el que más alumnos tiene de toda Zamora y en el que se matriculan cada año la mayoría de los alumnos que inician estudios secundarios-sólo el tuyo entero y a chicos de otros grupos del curso.
Pero, en Religión, donde éramos mezcla de los grupos A y C, estaban todos los líderes del grupo de mi colegio-del C-y yo hice como había dicho el cura, escribí una frase resumiendo las cosas buenas y otra las malas-los defectos y las virtudes-que yo pensaba tenían mis compañeros, porque escribir sólo una cosa o la otra no me parecía justo y no era lo que nos había mandado el profesor. En cuanto a los chicos de mi colegio, yo escribí en sus hojas que eran muy buenos estudiantes, pero que trataban a algún compañero con poco respeto, metiéndose con él-me refería a mí-y éstos son ejemplos de lo que escribieron algunos compañeros en mi hoja.
-Chungo, estudiante. S, éste era uno de mis compañeros conocidos del A. Conmigo, no se metía, pero no hablábamos mucho.
-Es estudiosa.
-Es una pesada. N, I F, compañero del 4º B y que estaba en 1º A, era del grupo este de 4º de los que decían que los del otro grupo recibíamos favores y tal.
-Muy estudiosa.
-Antipática. V, a este compañero lo conocí en 1º C y fue de los que enseguida se hizo amigo de los chicos de mi colegio, puesto que daba la alternativa a CTS con ellos.
-estudiosa.
-no se pira las clases cuando nos vamos todos, PESADA. Z, uno de los chicos de mi colegio y de los mejores alumnos del 1º C, sobresaliente en Matemáticas.
-De Sutil no tiene nada.
-Demasiado estudiosa. Jo, otro de los chicos de mi colegio.
-maja.
-me tiene el último en su lista de tíos, pesada, meticulosa...guarra. A V, uno de los líderes del grupo de mi colegio.
-...eres muy maja y me encantan tus historias, cambiaría el orden de tu lista de tíos. Eres muy estudiosa y trabajadora. L, la subdelegada del C, una de las pocas amigas que tenía.
-Eres estudiosa y maja, deberías ser tú misma y no dejarte influenciar por los demás. Ma, una de mis conocidas del 1º A.
-No la conozco tanto. R P, uno de los chicos del 1º A.
-Muy aplicada.
-Tímida. A, una de las chicas con las que mejor me llevaba del C y una de las mejores alumnas del grupo, aunque ella tampoco hablaba mucho, yo puse algo parecido en su hoja.

También recuerdo mucho el día que M nos dijo que quería que él y nosotros hiciéramos algo juntos, a parte de las clases. Por ello, organizó una excursión a Santiago de Compostela. Si el dinero aportado por él y nosotros no se gastaba todo en el viaje, se usaría para que fuéramos, con él, claro, a tomar un café.
Al principio, todos dijimos que sí, pero el viaje era de viernes a lunes y yo vi las asignaturas que teníamos los viernes y decidí no ir, porque se daría clase con los que no tuvieran Religión y había muchas materias fuertes ese día. Los del A se echaron todos para atrás cuando a pocos días del viaje, fijaron fecha para un examen con nuestro profesor de Biología y Geología de 4º, que también les dio clase en 1º, y él era de los que ponía una fecha y no la movía ni el director. Así que dijeron luego que no irían porque tenían que estudiar. A, mi compañera del C, tampoco fue, y los demás del C fueron todos, es decir, los de mi colegio, ya que, en Religión, estaban todos los chicos de mi colegio del C. Yo, al ver el panorama de compañía que tendría, me reafirmé aún más en mi idea de no ir. El cura se enfadó porque no fue mucha gente, ya que en el otro grupo al que daba clase, formado por una mezcla de alumnos de los grupos D y F, los chicos dijeron que no en su mayoría.
Al final fueron pocos, casi todos chicos de mi colegio, y lo que más hicieron fue ir a los bares por la noche, aún cuando M había proyectado visitar la ciudad, pero es que, con ese ritmo de vida que llevaban por las noches, a la mañana siguiente no los levantaba nadie. Miguel vio que aquello se le había ido de las manos. Alberto Velasco y otros se emborracharon, y el comportamiento de los alumnos fue en general malísimo, por lo que Miguel se disculpó ante los alumnos del A y Ca, la sustituta de Cr en E. F, acabó desesperada por la guerra que le habían dado los alumnos. Ella fue, claro, para ayudar a M y que hubiera más de un adulto en el grupo. Claro ejemplo de cómo era el comportamiento de los chicos de mi colegio.

Otro día, a finales de curso, el cura quiso que los alumnos demostraran su confianza en sus compañeros lanzándose desde una mesa al suelo para que él y los otros alumnos cogieran al que se tiraba si confiaba en ellos. En un principio, lo intentaron 2 chicas de las 3 líderes de mi colegio, y eligieron a los compañeros en quienes confiaban, como les había mandado el cura. Para coger a una persona de 16-17 años se necesitaba un grupo grande de gente, y yo en los 2 casos no fui elegida. Me senté al lado de los pocos que quedaban, y me sentía marginada, ya que a finales de curso yo ya estaba muy mal por lo que tenía que soportar cada día al ir a clase. A ellas les entró miedo y al final no se tiraron. Sólo A D, uno de los líderes del grupo de mi colegio, y el cura, se atrevieron a hacer esto, tras haber escogido mi compañero a los chicos que quería, entre los cuales, de nuevo, no estaba yo. El cura lo hizo con los mismos chicos. Tanto él como mi compañero salieron ilesos. Yo personalmente no me atreví, no quería poner en peligro mi integridad física porque mucha confianza en mis compañeros no es que la tuviera, que digamos. Además, a ellos dos no les pasó nada, pero podría haber fallado algo-que alguien se distrajera, que no se coordinara bien la gente-y la confianza no habría evitado el golpe del atrevido desafortunado contra el suelo del aula.

También a finales de curso, M se dispuso a dar clase, pero, antes de empezar, advirtió que a todo aquel que se portara mal le pondría una cruz en la lista de clase y le mandaría buscar todos los nombres de los que formaban la Conferencia Episcopal Española, o algo así. Y no es sencillo-nos advirtió. Como los chicos de mi colegio no se portaron muy bien, en seguida les puso a ellos la cruz y siguió dando clase. Yo estaba cansada, pues era última hora y el día había sido duro. Así que me aburría, y me dediqué a pensar en otra cosa sin molestar a nadie. Pero cometí el error de reírme un poco al pensar en algo que me hacía mucha gracia, y el cura dijo que, a pesar de mis risas, lo que decía era cierto...o no-me preguntó. Y yo le contesté que no lo sabía, pues, en realidad, le confesé que me aburría y había decidido dejar de atender sin molestar a nadie. El cura se rió también, pero los chicos de mi colegio empezaron a gritar ¡Ponle una cruz! y el cura tuvo que poner orden para que dejaran de gritar. Al final, M no me puso la cruz.

Una de las asignaturas de letras que teníamos era el Inglés-Lengua extranjera, oficialmente hablando-en cuyas clases Che volvió a encontrarse con muchos de sus alumnos de 3º, que ahora formaban parte del 1º C. Pero ella no impartió todas las clases del curso porque se puso enferma, así que, durante 2 de los 9 meses del curso, tuvimos una profesora sustituta llamada Cr, cuyo estilo de dar clase no me gustaba tanto porque hacía las clases un poco aburridas, aunque, por otra parte, con ella aprendimos más porque era mucho más exigente que la profesora titular. Pero tanto la sustituta como la titular sabían poner orden en sus clases, y el Inglés fue otra de las asignaturas donde encontraba un alivio, pues sabía que, durante esas clases, no me pasaría nada...aunque luego me diera problemas, porque mis notas también estaban por encima del 8 en esta materia.

En lo que se refiere a Filosofía, para casi todos los alumnos, incluida yo, era una materia aburridísima, por mucho que Javier intentase motivarnos, por lo que los chicos de mi colegio y sus amigos hacían cualquier cosa para divertirse, entre ellas, claro, molestarme a mí. Una vez, cuando Ja iba a empezar a explicar la lección central del curso El saber filosófico, nos preguntó que si a esas alturas del curso-segundo trimestre-teníamos ya una idea de lo que es la Filosofía. Para comprobar lo que decíamos, nos mandó escribir unas líneas sobre ese tema. A A V no se le ocurrió otra cosa que escribir que era una asignatura tan sumamente aburrida, que cuando nos tocaba clase los jueves a primera hora era como estar en la cama. De hecho, él se durmió varias veces los jueves a primera. Ah, se me olvidaba, es que la noche anterior además se quedaba viendo Crónicas Marcianas y ni su madre era capaz de controlarlo a esas horas para que se fuera a la cama, por lo que él nos contaba al día siguiente en clase...

CTS, para mí, era una asignatura preciosa. Aprendías que las letras son útiles para los estudiantes de ciencias. Además, debatíamos muchos temas con Ja. Era otro ambiente, pues, al ser una optativa, no coincidía con los chicos de mi colegio, lo cual también me daba seguridad y se puede decir que fue mi salvación a finales del curso.
Los alumnos que daban esta materia se agrupaban en dos, por un lado la mitad del C y la mitad del B, que usaban el aula oficial de éste último grupo, y por otro lado todo el grupo A, que usaba su aula oficial. Estos dos grupos tenían distinto horario, pero hacían lo mismo, a excepción de que a Ja sólo le permitieron hacer una excursión con el grupo A.
Fue en estas clases donde conocí a mis compañeros de 2º M G, M L, Ju, N, B..y alguno más, todos ellos del 1º B, y que evitaron en 2º de Bachillerato que los chicos de mi colegio me hicieran más daño, además de protegerme a finales de 1º.
Ja no quería que su asignatura fuera muy teórica. Por eso, nos dio la oportunidad de escoger un tema de la ciencia o la tecnología que nos interesara y hacer un trabajo monográfico. Como en la época del instituto mi refugio-pues no tenía casi amigos y los de mi colegio junto con otros que se les unieron se metían conmigo-fueron los estudios, no me lo pensé dos veces y empecé a buscar temas. Al principio, me daba igual hacerlo sobre cualquier ciencia, pero claro, la ciencia que más me gusta es la Biología y, aunque busqué temas de otras ciencias, la cabra siempre tira al monte. Estaba indecisa entre dos temas, uno me parecía corto, pero el otro, aunque era más largo, no se podía entender sin el primero. Así que decidí combinar los dos temas y mi trabajo se tituló Metabolismo y enzimas, mis temas favoritos de Bioquímica. Me llevó 3 meses hacer ese trabajo, porque primero tuve que buscar toda la información, después redactarla con mi ordenador, luego repasarla, a continuación imprimir el resultado y por último añadir los dibujos, que iban a ser hechos a mano. Eso sin contar que, para que Ja pudiera entenderlo, pues el tema se aleja muchísimo de su especialidad, añadí un apartado con una serie de conceptos fundamentales de Biología y de Química. Pero esos meses de labor tuvieron su recompensa, porque me lo pasé muy bien haciendo el trabajo, aprendí mucho, conseguí aguantar lo que me hacían mis compañeros y, a la nota final de la asignatura en junio, que era un 9, Ja le sumó un punto por el trabajo, con lo que acabé 1º con dos 10, contando el de Biología y Geología, y la nota más baja un 6...la de Educación Física.

En E. F tuvimos como profesora a Cr, a la que sustituyó Ca cuando unos alumnos de otro curso, sin querer, le dieron a Cr un golpe fuerte con el balón. La sustituta, en general, lo hacía igual que la titular y casi no noté la diferencia.
Me lo pasaba mejor en estas clases si eran teóricas, como ocurrió algunos días, y no teníamos que salir fuera del instituto. Aunque, en una de esas clases, Cr nos mandó hacer una gráfica con nuestros parámetros de fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad, que habíamos medido en el pabellón mediante diferentes pruebas. Nos enseñó gráficas de otros años y nos dijo que la presentación y la originalidad contaban mucho, así que yo hice una gráfica de barras, cada una de las cuales tenía 2 colores-usé 8 colores en total-separadas una distancia prudencial y hechas con instrumentos de dibujo para que quedaran bien. En la base de las barras dibujé la pared del centro donde estaba situada nuestra aula, incluyendo la puerta de ésta y el nombre del grupo. Yo creía que me había quedado bien, pero, en el pabellón, cuando la íbamos a entregar, los chicos de mi colegio empezaron a decirme que era muy cursi, que me había quedado muy mal...y yo me sentí muy triste. Se la entregué como todos a Cr. Ella no me dijo su opinión, por cierto.
Algunos días fueron horribles, como el día en que, mientras hacíamos carreras en el parque León Felipe, al terminar de correr una vez, se me disparó el pulso y acabé la clase bastante mal, bueno, hay que precisar que me encontraba tan mal que ni siquiera la pude acabar. Esto ya me había pasado en el colegio un día en el que dábamos vueltas corriendo al patio del centro. A mí me sienta muy mal correr así, porque, según mis profesores, yo no tengo mucha resistencia, por lo que es fácil de comprender cuanto me alegré de que 1º fuera el último curso que me tocó hacer el course navette, la famosa prueba con la que los profesores de E. F. de mi instituto evalúan la resistencia de sus alumnos y que consiste en recorrer una distancia prefijada en tiempos cada vez más cortos. Cada vez que se acortaba el tiempo en el cual tenías que recorrer esa distancia era una serie. Esta prueba les daba oportunidades a los chicos de mi colegio para reírse de mí, ya que las chicas suelen aguantar de media 4-5 series de esta prueba y los chicos 6-7. Yo quedé en la media de las chicas, pues aguanté 4 series, pero una de las líderes de mi colegio, M, que estaba en el 1º C, aguantó más, y el chico que más aguantó fue otro de los de mi colegio, Jo, con 13 series. En aquella clase yo oí la palabra débil y expresiones similares, como No aguantas nada muchas veces por parte de los compañeros de mi colegio, refiriéndose a mí. Pero la suerte que tuve fue que la chica que más aguantó, con 9 series, fue una de mis amigas, L la subdelegada, y ella no se metía conmigo.
También había días horrorosos si a los chicos de mi colegio se les ocurría hacer alguna de las suyas. Una de las más gordas fue cuando tuvimos que dar clases de baloncesto, como también hicimos en mi colegio. Pero sucedió lo mismo. Yo practicaba todo lo que podía los pases, las defensas, los tríos...pero, cuando jugábamos partidos, los de mi colegio tenían el balón siempre ellos-como estaban acostumbrados-y Ca no les decía nada. Cuando nos tocaba practicar tiros a canasta, yo metía la pelota pocas veces, y mis compañeros me molestaban tanto riéndose de mí y diciendo que yo no valía para eso que yo ya estaba convencida de que no lo conseguiría. Una de las frases más famosas empleadas por ellos este curso fue Sabes sacar un 10, pero no sabes ni coger un balón. Esa frase, que yo tantas veces oí en las clases de E. F, estaba motivada por mis altas notas, sobre todo en Biología, ya que, como ya he dicho, yo según ellos sabía sacar un 10, pero como el baloncesto no se me daba bien, no sabía ni coger un balón. Además, cuando hicimos el examen práctico de baloncesto, imprescindible para aprobar la asignatura, ellos no paraban de reírse de mí y de decir lo mal que lo hacía mientras yo lo estaba haciendo.
Otras veces, tanto los chicos de mi colegio como otros de la clase me rechazaban para formar parejas o equipos, y yo muchas veces temía quedarme sola cada vez que entraba en el pabellón, era uno de los peores momentos de los martes y los miércoles, que era cuando dábamos clases de E. F.
Además, los de mi colegio y sus amigos decían que no me merecía un 6 en E. F porque no hacía nada en clase, cosa que no era verdad, y Cr y Ca les tuvieron que echar la bronca varias veces por eso, lo que provocó enfrentamientos horribles entre ellos y las profesoras en algunas de las clases de la asignatura, mientras yo me sentía muy triste por ello. Pero, por suerte, tanto I como M-mientras estuvo en nuestra clase-me apoyaban en esos momentos.
También recuerdo que cuando nos poníamos a practicar las técnicas del fútbol, yo siempre procuraba irme con el grupo de mis pocas amigas, el de I y M, pero muchas veces, como el pabellón no es tan grande como el Santiago Bernabéu, teníamos que mezclarnos los grupos para practicar y, si yo tenía la mala suerte de encontrarme con alguno de los compañeros de mi colegio, ya me podía preparar, porque recibía burlas, empujones...y acababa las clases agotada y triste por el esfuerzo físico y por lo que hacían mis compañeros. Por una parte, cuando las profesoras anunciaban una clase de este tipo, yo estaba muy contenta de poder compartir aquellos momentos con I, con M, con A, con M E...pero también estaba llena de miedo por lo que los de mi colegio y sus amigos, sobre todo A V y V, pudieran hacer.
Otro recuerdo no muy agradable de esta asignatura son las clases que Cr impartía, no en el pabellón del instituto, sino en el parque León Felipe, cercano al centro. Fue el curso en el que más momentos pasamos allí, aunque seguimos dando muchas de las clases en el pabellón polideportivo. En el parque, corríamos, hacíamos ejercicios sobre suelo y jugábamos al baloncesto en las canastas del parque. Me sentía más libre que en el pabellón, ya que este parque siempre ha sido uno de mis sitios preferidos de mi ciudad, aunque, como no aguanto mucho corriendo, y menos sobre arena y piedras y con mi mala vista de lejos, me caía alguna que otra vez, lo que motivaba de nuevo las burlas de mis compañeros, sobre todo de los de mi colegio. Y, además, en invierno a primera hora hacía bastante frío allí, aunque ése no era mi mayor problema, después de lo que acabo de decir...soportaba mejor el frío que las burlas y las malas palabras de mis compañeros.

Pero estas faenas que me hacían los de mi colegio y su grupo no llegaron al extremo de las que me hicieron durante las últimas clases de Biología, por la razón que luego diré. Eso sí que fue, con mucho, lo peor de este curso de 1º.

La verdad es que, por todo lo anterior, para mí las clases de E. F en 1º de Bachillerato no eran nada del otro mundo. No me servían para aliviar la tensión acumulada en las otras asignaturas haciendo ejercicio, sino que la tensión aumentaba más. No recuerdo de ellas momentos muy bonitos, a no ser aquellos en los que hablaba con I, M y algunos chicos que no se metían conmigo, como G S, uno de mis pocos amigos del 1º C.

Y voy a terminar este relato acerca de cómo eran las clases en 1º de Bachillerato con las correspondientes a Biología y Geología.
Estas clases son las que más momentos buenos me dieron en todo el curso. Al principio, no estaba mal dar Geología, pero aquí pasa al revés que en la otra rama de ciencias y la asignatura que más me gusta se dejaba para el final. Así que, cuando empezamos en serio a dar Biología, estas clases se convirtieron en mis favoritas y los miércoles en el día que más odiaba porque esta asignatura no figuraba en mi horario de clases, además de tener que aguantar todo lo de E. F y Filosofía.
Mi futuro colega explica tan bien, que los apuntes que tomé durante sus clases sirven perfectamente para asignaturas de la Licenciatura en Biología. Eran clases de tipo universitario, en las que los alumnos tomábamos apuntes tras la explicación del profesor y no seguíamos libro de texto específico. La bibliografía se encargaba cada uno de buscarla si quería. Las clases, en definitiva, eran preciosas, pero se empañaron bastante cuando los de mi colegio y su grupo de amigos empezaron a portarse mal, un poco antes y sobre todo después de ocurrir el que yo llamo caso I y cuando mi enfermedad ya se estaba desarrollando.
En definitiva, tengo que darle las gracias a Go por lo que me enseñó. Qué haría yo ahora en mi carrera sin todos los conocimientos que adquirí este curso...en parte por sus clases y en parte autodidácticamente, la Biología, recordemos, fue, junto con la Química, mi mayor refugio en este curso ante lo que me ocurría cada día, sobre todo a finales del curso, en el instituto.

Anónimo dijo...

Las cosas aún podían cambiar...
Ahora, para mí, empieza lo más difícil, contar cómo fue el comportamiento de los chicos de mi colegio y de su grupo de amigos hacia mí. Si he relatado antes cómo eran las clases, y he puesto esos ejemplos en cuanto a E. F, es porque todas las clases motivaron alguno de los malos tratos que sufrí por parte de mis compañeros este curso. Esto va a ser difícil, muy difícil...pero ya dije que la verdad es la verdad y a veces es muy dura, y duele mucho. Y yo tengo que sacar fuera de una vez por todas lo que tanto daño me ha estado haciendo, pues, tras la experiencia con mis compañeros y mi tutor en 4º de ESO, este curso callé y pocas veces conté algo de lo que me estaban haciendo, aunque muchos lo sabían en el centro porque lo veían hasta profesores, los cuales muchas veces tampoco hicieron nada para frenar aquello.

Lo primero era el tema de los motes. Ya he contado qué motes me ponían en todos los cursos, y, desde luego, no les faltaban. Tenían toda una lista. Que si drogadicta, fumada, fumix, guarra, marrana, Putil, enchufada, espía, amiga de la Jefa de Estudios, la que no se fuga las clases...y, este curso, por mis buenas notas, adoptaron sobre todo uno que ya habían usado en 3º, superdoti. Lo más suave que me llamaban era empollona, y yo casi se lo agradecía, prefería que me llamaran así que cualquiera de las otras cosas. Pocas eran las veces que oía decir mi nombre a los chicos de mi colegio y su grupo.

Lo de las buenas notas, sobre todo en Ciencias, en las que en la primera evaluación del curso tuve un 10 en las 2 ramas y nunca bajé del 8 en todo el curso, me dio más de una problema. Y yo creo que fue el principal problema de todo el curso.
Ya en la primera evaluación, mis compañeros supieron algunas de mis notas en Lengua, Biología, Química...y que en Educación Física conseguía por lo menos un 6.
Lo primero que ocurrió fue una equivocación de mi profesor al decir las notas del primer examen del curso de Biología y Geología, pero no fue culpa suya, sino que, al cambiarme yo de grupo, los de la Secretaría del centro, a pesar de que había avanzado bastante el primer trimestre, no me habían borrado en sus ordenadores de la lista del D, de modo que yo figuraba en las dos listas de clase, la del D y la del C. Mi profesor Go recibió las listas de Secretaría y dijo las notas en el D, después de preguntar si a algún alumno le parecía mal-y a ninguno le pareció mal-y también dijo la mía, que era un 10, por equivocación, porque lo hacía siempre siguiendo la lista de clase. En seguida, se dio cuenta de que yo ya no era de esa clase. Yo no me creía que hubiera sacado esa nota, e incluso hice una apuesta con F, uno de mis pocos amigos de clase y mi compañero de al lado, a que eso no era cierto cuando alumnos del A y del B vinieron a darme la noticia, muy excitados. Al final, mi profesor dijo las notas en el C ese mismo día y se confirmó mi nota-yo perdí la apuesta-y esa nota fue un primer detonante para lo que luego hicieron mis compañeros.
Empezaron los problemas que ya he contado en E. F, y se intensificaron e hicieron más crueles los motes y los insultos, como hija de puta y sus derivados.
Yo empecé a sentirme incómoda otra vez en clase, excepto en Biología, Química, CTS...es decir, las asignaturas impartidas por profesores que sabían manejar los grupos o aquellas en las que no coincidía con los chicos de mi colegio. En ellas sí que pasaba momentos bonitos.

Ya había decidido en 4º lo que iba a estudiar en la universidad, pues la Biología me gustaba cada vez más, y hubo problemas con los de mi colegio por ese lado.
Y es que, al principio, cuando mi profesor daba Geología, no se notó tanto. El problema para ellos parecían ser las buenas notas, y, sobre todo, las de esa asignatura en concreto. Eso fue sólo el principio. Al dar Biología, la asignatura me gustaba todavía más y la estudiaba casi al día, además de lo que aprendía autodidácticamente. La consecuencia de ello fue que la nota del segundo examen fue igualmente buena, y ahí ya hubo problemas serios. Parece ser que los chicos de mi colegio ya llevaban buena parte del segundo trimestre hablando de esas notas, y además M A cometió la imprudencia que voy a relatar más delante de decirles algo que yo había dicho mientras hablaba con él en CTS. Eso se veía a las claras que no les pareció bien, no sé por qué. A mí no me molestaba para nada que ellos sacaran buenas notas, como de hecho hacían...a lo mejor era porque, aún siendo buenas las de ellos, las mías eran aún mejores.

Para terminar de complicar el primer trimestre del curso, en aquella época gobernaba el PP, que presentó su alternativa de Ley de Educación, la LOCE, y la correspondiente para la universidad, la LOU, contra las cuales mucha gente se manifestó y hubo huelgas de profesores y, sobre todo, estudiantes, tanto no universitarios como universitarios.
A mí la que me interesaba en aquel momento era la primera, ya que todavía no era universitaria. Así que Cr, la de E. F, comprendiendo que era razonable lo que yo le decía de que no podía hacer una huelga sin saber por qué la hacía, me entregó un pequeño conjunto de hojas que explicaban la nueva ley. Yo las leí y quise hacer ver a mis compañeros que, si no sabían por qué hacían huelga, no tenía mucho sentido hacerla. La mayoría, de hecho, confesaron no saber por qué hacían huelga, como la delegada de mi clase, Al, quien dijo textualmente Yo no sé para qué es la huelga pero, así, no venimos a clase. Pero no sirvió de nada mi esfuerzo, porque para ellos el sentido de la huelga estaba claro, vacaciones improvisadas. A mí me parecía bien que hicieran huelga los que quisieran y por no ir a clase si querían. Yo quería respetar la decisión de mis compañeros. Pero lo que ellos hicieron no estuvo demasiado bien.
Alguna compañera, de forma suave, me dijo que es que si aprobaban esa ley y suspendías un examen en selectividad, te hacían repetir los 2 cursos de Bachillerato, y me entró mucho miedo al oír eso. Los chicos de mi colegio no tuvieron ningún miramiento y me dijeron que, como fuera a clase, me las vería con ellos. Además, les enfadó-y contribuyó a lo que me dijeron-la postura de nuestro tutor, que dijo que él, si algún alumno venía, daba clase, que no era la niñera de nadie, sino un profesor de instituto. Y en eso tenía razón, creo yo...
Así que, en noviembre y diciembre del 2001, tuvimos unas semanas en las que yo decía que el horario era lunes, clase, martes, clase, miércoles, huelga, jueves, clase y viernes, clase. Porque todos los miércoles, aunque fuéramos a clase hasta la tercera hora, alguien nos anunciaba al empezar el recreo que ese día había huelga, y entonces nos íbamos todos-yo, amenazada por mis compañeros, con mucho miedo-y algunos iban al acto que M A organizaba cerca de los 3 institutos, en la plaza de La Marina Española-un sitio muy céntrico y conocido por la gente de mi ciudad-contra dichas reformas de la Ley de Educación. Yo seguía sin entender mucho para qué hacíamos huelga, si la mayoría de estudiantes estaban luego repartidos por los múltiples bares y salas recreativas de la avenida de mi instituto y la Príncipe de Asturias, otra avenida muy céntrica y concurrida, y casi ninguno acudía a éste y otros actos que se celebraban en la ciudad durante las jornadas de huelga. Acudí una vez a los actos de M A, pero no se oía muy bien lo que decía si no te ponías muy cerca, y la gente, sobre todo profesores, era tanta que ya no me dejaba acercarme. Así que, desde las 11,30 de la mañana hasta pasadas las 13 horas, yo me quedaba sola por las calles cercanas a mi instituto, muy triste y confusa. Alguien podrá pensar que me podía haber ido a casa, pero es que eso no podía ser, porque mi padre, maestro de Primaria, está dando clase a esas horas y mi madre, ama de casa, está haciendo la compra diaria. Y en 1º de Bachillerato, yo todavía no tenía llaves de casa, por lo que no podía entrar hasta que no estuviera alguien allí. En 2º, mis padres ya me dieron llaves de mi casa y la cosa cambió.
Además de sentirme triste y confusa, tenía miedo por las amenazas de mis compañeros, y por si aquello que había dicho mi compañera fuera cierto.
No era la primera vez que mis compañeros se comportaban así respecto a las huelgas. Cuando no las había, simplemente se las inventaban. Una vez, en 4º, aprovechando el revuelo que había en el instituto porque unos señores habían ido a hacer una revisión médica sobre enfermedades cardiovasculares a los alumnos y profesores de los institutos, mis compañeros aprovecharon y, al empezar el recreo, una amiga de L A me dijo que los profesores habían dicho que había huelga de alumnos y que nos fuéramos. Como yo no me lo creí, porque en esas situaciones los profesores no dicen nada, ya que el tema es sólo de los alumnos, le dije que seguiría con la jornada normal de clases. Entonces, acudieron al recurso de decirme que lo había dicho el director. Pero yo no parecía estar muy convencida, así que esta compañera y otras me cogieron por los brazos y me sacaron a la fuerza del aula de 4º B, lo cual no era necesario, porque era tiempo de recreo y yo ya me iba por mí misma. Como yo pensaba, luego resultó que no había huelga. Estas chicas querían hacer novillos aprovechando esta revisión médica que estaban haciendo estos señores y querían que todos se fueran con ellos, de manera similar a lo de 3º, pero esta vez aplicando la fuerza si no conseguían lo que querían.
Este episodio no lo he contado junto a los ocurridos en 4º porque, aunque ocurrió en ese curso, tiene relación con esto de las huelgas que tan mal se puso para mí durante varias semanas de principios de 1º de Bachillerato.

Luego, las cosas se complicaron cada vez más. M A sí daba CTS y, un día, tras un bonito discurso de Ja de que no hay que dormirse en los laureles cuando se tienen éxitos, sino trabajar para contribuir a la sociedad con dichos éxitos, y poniendo ejemplos de quienes se durmieron en los laureles y quienes no entre personajes famosos, mi compañero me dijo que si yo pensaba dormirme en los laureles con las buenas notas que tenía y le aseguré que no. Eso, para él, que ya era amigo de los de mi colegio, y para éstos últimos, significaba que yo iba a seguir sacando buenas notas, y que, si seguía en mi línea, iban a ser más altas que las de ellos. Cuando hablé con mi compañero, vi que no estaba muy satisfecho de mi respuesta...y algo le debió de decir a los de mi colegio, porque a los insultos y motes se añadieron burlas, bromas pesadas...sobre todo una, que más adelante detallaré cual era, y que fue presenciada varias veces por el mismo profesor. Yo tenía miedo, así que no le pedí ayuda a él.

Una de las cosas que más hacían era apartarse de mí cuando me acercaba a hablar con G S o con R R, mis amigos de la clase, que estaban sentados cerca de ellos.
Y, por si fuera poco, cuando se me caía alguna cosa al suelo y tenía que recogerla dándoles a ellos la espalda, ellos decían que no querían ver mi culo y P V, uno de los líderes de las clases del colegio, decía gritando ¡Socorro, ácido, echadle agua! Yo intenté defenderme con lo que sabía, porque, a esas alturas, todos los estudiantes de Química sabíamos que, para preparar una disolución de un ácido fuerte, como, por ejemplo, el sulfúrico, hay que echar primero el agua y luego el ácido, y no al revés. Si se hace al revés, en el caso de este ácido en concreto, que tiene mucha avidez por el agua, la capta en seguida y da lugar a explosiones y otros problemas. Yo le dije esto a P y él me contestó Pues claro, precisamente por eso lo digo, para que haya una explosión y no tengamos que ver tu culo.
Por lo menos, me sentía bien cuando, en alguna de esas ocasiones de huelga, I podía quedarse un rato conmigo en los jardines del centro, que son el orgullo de éste, siempre están muy bien cuidados y los profesores imponen sanciones grandes a quienes no los respeten. Un día, nos sentamos en unas piedras, al lado de una especie de pradera de hierba de los jardines. I y yo tocamos la hierba con cuidado, y nos dimos cuenta de que había tréboles. Ella encontró uno de 4 hojas, y, como de todos es sabido que esto es símbolo de buena suerte y yo era su amiga, me lo regaló. Una de las conserjes se mostró muy contenta por aquella anécdota que acababa de presenciar. Yo puse esa hoja de trébol en uno de mis libros y, cuando las cosas se pusieron peor para mí, I y yo seguimos siendo amigas y yo miraba de vez en cuando la hoja de trébol y recordaba aquel precioso momento, tan diferente a aquellos que luego viviría.

De este modo, terminó el primer trimestre, con estas actitudes de mis compañeros. Durante las vacaciones de Navidad, yo pensé que todo mejoraría en el segundo trimestre, ellos me habían dicho que yo iba a estar bien en el C, que iban a cambiar...pero tiendo a ser ingenua y lo que yo ignoraba era que no sólo no iban a cumplir su palabra, sino que las cosas iban a ir a peor.

Anónimo dijo...

Las cosas se complican. El caso I.
Y, en el segundo trimestre, las cosas fueron a peor. Ya no era sólo que las cataratas que yo tenía de nacimiento se me estaban desarrollando y cada vez veía menos-aunque me las apañaba en clase-sino también el comportamiento de mis compañeros.
A principios de este trimestre, nos tocaba dar la última parte de Química, la Química Orgánica, que yo había aprendido gracias a los libros de la biblioteca pública de Zamora. Como esta materia es difícil y muchos de mis compañeros encontraban dificultades en ella y en Biología, me pidieron ayuda. La primera fue Ir, a quien ayudé bastante tiempo. Yo me pasé bastantes recreos ayudando a mis compañeros de clase, sin excepción alguna. No podía tener esos 30 minutos de descanso, pero me sentía feliz ayudando a los demás y ya descansaba cuando llegaba a casa. Lo que me sentó mal es que, aunque yo no les había pedido nada a cambio, podían haberme mostrado algún respeto, cosa que no hicieron.

Para empezar, Ir me dijo que hablo demasiado bajo-lo cual es cierto-y que nunca me había oído gritar, así que, con ese propósito, cogió una silla y me atacó con ella, persiguiéndome por toda la clase. Al contrario que en el caso de lo que me hizo Ch, yo esta vez no grité, eso era lo que ella quería, y no tenía ganas de darle ese gusto, por si acaso lo hacía más veces. No lo hizo más que una vez. Pero me amenazó diciendo que iba a llamar a su padre para que pegase al mío. Yo se lo conté a mi padre y me dijo que no me preocupara, que él era fuerte y sabía cómo hacer las cosas.
Esta chica, además, hizo otra cosa que luego se contradecía totalmente con su actitud a finales de curso. Teníamos que hacer un examen práctico de Geología sobre mapas geológicos, y yo saqué 2/5, mientras que ella sacó 3/5-había 5 preguntas-Inmediatamente, ella empezó a decirme que me jodiera, que había sacado más nota que yo, que ella valía más que yo y cosas similares.

En Inglés, por aquella época, Che se puso enferma, los jueves no teníamos clase de Inglés al no haber un sustituto, y, hasta que llegó Cr, esas horas nos teníamos que quedar allí porque las normas habían cambiado y ya no se permitía que los alumnos se fueran del centro a pesar de que faltase su profesor-en mis cursos de 3º y 4º eso sí se permitía-Teníamos, en teoría, que quedarnos todos en clase con un profesor de guardia. En la práctica, la mayoría no hacían caso y se iban, pero por lo menos, esta vez no me amenazaban. Además, no aparecía ningún profesor de guardia a ver a los pocos que nos quedábamos. De modo que durante varias semanas, yo, al empezar la clase anterior de los jueves, Biología, ya sabía lo que iba a hacer en la siguiente, o sea, nada-excepto al principio, momento que aprovechaba para estudiar la lección que Go nos acababa de explicar. Cómo se nota qué licenciatura estoy estudiando-y con toda una clase para un pequeño grupo de alumnos, que normalmente éramos R R, G S, M, M E, I, A, L, Gi, M A y yo. M A inmediatamente se ponía a escribir lemas un poco salidos de tono en la pizarra, y varias veces se levantó la camiseta y nos decía a las chicas que lo miráramos. Nosotras nos sentábamos juntas y estábamos a lo nuestro, y normalmente nos entreteníamos haciendo cada una una lista sobre qué chicos nos gustaban más de todos los de clase. De ahí lo de la lista de tíos que ponían en mi hoja en Religión. M A se enteraba de eso y se lo decía a los chicos de mi colegio y a su grupo. Aparte de eso, era uno de mis pocos momentos de tranquilidad con mis escasos amigos.

Entonces, empecé a recibir en mi mesa cartas de muy mal gusto. Una de ellas decía Cómo me pone ese 10 que has sacado en Biología y que me reuniera con alguien en el servicio de alumnas un jueves entre las clases de Biología y de Inglés. Aunque los de mi colegio me animaban a que fuera, yo no lo hice, porque tenía miedo de lo que me pudiera pasar. Lógico.
Otra carta era una que estaba construida de tal manera que, si la leías entera, era una carta muy bonita y muy educada. Pero, si la leías leyendo sólo las líneas pares y saltándote las otras, se convertía en una carta de muy mal gusto que decía cosas como Me gustaría...algo de su coño-ahora no me acuerdo muy bien-o Atentamente y deseando preñarla a la hora que usted quiera y en el lugar que usted tenga por gusto. Yo sabía que eran los chicos de mi colegio y su grupo los que me las enviaban, sobre todo A V, porque eran ellos y sobre todo él, los que más me llamaban furcia o guarra y cosas así, que aludían al sexo. Además, fue él el que me explicó que la carta en cuestión tenía 2 lecturas...todo apuntaba hacia A V.
Me siguieron llegando más cartas similares, pero yo las rompí cuando empecé la universidad, deseando pasar página. Así que no me acuerdo del contenido de las otras. Esas 2 fueron las más significativas para mí, y de las que más me acuerdo.

Otro día, tocaba prácticas de Biología. Como el laboratorio de Ciencias Naturales del centro era pequeño para una clase tan grande, la clase se dividía en 2 subgrupos, los que se sentaban adelante y los que lo hacían atrás, todos sentados por orden de lista menos yo, que veo mal de lejos y me sentaba adelante. Un grupo hacía prácticas y el otro se quedaba en clase y, en la clase siguiente, se invertían los papeles.
Mientras el otro grupo hacía prácticas con Go, su compañera, mi profesora de Biología de 3º, vino a estar con nosotros, como estaba convenido. Z y yo no nos llevábamos excesivamente mal y comparábamos en esos momentos las respuestas que uno y otra habíamos dado en el último de los exámenes de Química. De repente, alguien lanzó un objeto pequeño, pero macizo, envuelto en un papel. Suerte que Z y yo nos agachamos justo en ese momento para recoger una hoja de cuentas que se nos había caído, que si no, no sé qué hubiera pasado, porque el objeto iba claramente dirigido a mí. Pero, por suerte, no me dio y chocó contra la pizarra de la clase, haciendo mucho ruido, pero sin romperla. Mi profesora se enfadó mucho y preguntó que quien había tirado aquello. Nadie del subgrupo contestó. Entonces, yo me giré hacia atrás y vi la cara de risa de D Mo, otro compañero del 1º C muy amigo de los chicos de mi colegio, que me tenía ya harta porque llevaba toda la clase tirándome papelitos. Había sido él. Yo dudaba sobre lo que debía hacer, por un lado, tenía miedo a represalias, por otro, ese objeto me podía haber producido una buena herida si me hubiera alcanzado. Así que, al final de clase, le dije a mi profesora quién había sido. Mi padre, cuando se lo conté en casa, dijo que había hecho lo correcto, aunque eso era ser una chivata. D Mo se enfadó muchísimo y, desde entonces, se puso cada vez más de parte de los de mi colegio.
De nuevo, un día, a mi subgrupo le tocaba quedarse en clase y al otro hacer prácticas. Pero, en el recreo anterior, varios compañeros, todos chicos, me metieron papelitos por dentro del pantalón. Me molestaba mucho y tuve que ir al servicio de alumnas para quitarme el pantalón y sacudir los papelitos cuando faltaban pocos minutos para el final del recreo. Temía llegar tarde a clase, yo, que temo llegar tarde. Siempre soy muy puntual. Efectivamente, llegué unos minutos tarde y le dije a mi profesora que había tenido que hacer algo importante. Para mí, lo que me hicieron fue muy humillante, y estaba tan avergonzada que no quise contarle a mi profesora la verdad. Ella me dijo que no pasaba nada, y yo me senté en mi sitio y empecé a estudiar Biología y luego otras materias, como Lengua. Menos mal que ese día no hubo más incidentes.
En cuanto a los siguientes días en los que a mi subgrupo le tocó quedarse en clase, mi profesora faltó una vez. Ese día me llenaron el pelo de papelitos. Y no fue el único de esos días que lo hicieron, pues eso se repitió los restantes días de prácticas del otro subgrupo.
Cuando le tocaba a mi subgrupo hacer prácticas, era el paraíso, mi profesor sabe controlar a los alumnos y no había incidentes. Al estar también en prácticas como estábamos sentados en clase, me tocaba sentarme entre C y F, así que no tenía que vérmelas con el grupo de los de mi colegio.

Yo recuerdo que empecé a pasar los recreos sola, cerca de los departamento de Ciencias Naturales y Matemáticas y de mi antigua clase de 3º de ESO. Allí, el pasillo donde estaban estas dependencias giraba para dar lugar a otro pasillo que unía los 2 pasillos con aulas de la planta-todas las plantas del centro eran así, con forma cuadrada, 2 lados con paredes y 2 lados con una pared y una barandilla-en el cual había una barandilla que permitía ver, desde esa planta, la planta baja, concretamente el salón de actos. Yo pasaba allí minutos, con la mirada perdida hacia algún lado, y muy triste.

Las cosas se iban complicando cada vez más a medida que avanzaba el segundo trimestre. Yo seguía perdiendo visión, pero podía seguir estudiando. Por supuesto, no se lo dije a mis compañeros. No quería que otra cosa les diera motivos para insultarme, ponerme motes o reírse de mí.

Entonces, sí que se produjeron algunas agresiones físicas por parte de ellos. La más grave es la que relato a continuación.
Un martes, al salir de clase, yo iba por la acera del instituto, y un grupo, formado en su totalidad por chicos de mi colegio, iba por la de enfrente. Yo tenía que cruzar a esa otra acera para luego girar y coger la calle que me llevaría a casa. Ellos debieron de correr para esperarme en esa otra acera, al lado del semáforo. Yo, que no iba corriendo, llegué tan tranquila y contenta por la jornada que había pasado en el instituto, gracias en gran parte a las clases de Biología y Lengua, y crucé por el paso de peatones-tuvieron que esperar un poco, porque yo no suelo cruzar con el semáforo en rojo-y cuando llegué me cogieron por los brazos, y, diciendo unas palabras que yo oía muy mal porque hacía viento, empezaron a hacerme girar. Al girar cada vez más, yo me caí de espaldas, a unos centímetros de la calzada, pero mi cartera verde me protegió. En ella, yo llevaba mis libros y mi cuaderno de Biología, muy grueso y mullido. Eso evitó que me hiciera un daño grave, porque mi cartera fue como una colchoneta, ya que, además de llevar todo eso en el bolso central, era una cartera grande. Estuve unos segundos en el suelo, aturdida, y me levanté. Aunque 2 de ellos me preguntaron si estaba bien mientras estuve en el suelo, los demás se reían, y yo me sentía fatal, no en lo físico, pues no me había hecho daño al caer, sino en lo psíquico. Me sentía triste y humillada. De repente, me empezaron a preguntar que si quería ir con ellos a casa-viven casi todos cerca de la mía-y yo, no comprendiendo ese cambio de actitud hacia mi, les dije que no, porque no iba con ellos antes del incidente y, después de él, menos ganas tenía todavía de ir con ellos. Y también de repente, sin que yo apenas me diera cuenta de lo que pasaba, apareció otra persona en escena...nuestro profesor de Biología de 4º. Al parecer, lo había visto todo y a los chicos de mi colegio les cayó una buena bronca. Mi profesor les dijo No es la primera vez que veo esto. A la próxima, se lo digo a la Jefa de Estudios. Yo me sentía culpable de lo que les estaba pasando a mis compañeros y no podía decir ni una palabra, pues estaba muy sorprendida.
Encima, pocos días después, P V me dijo en la cafetería del instituto que, si el profesor le había echado la bronca, era por mi culpa, porque no yo sabía ni mantenerme de pie. Y todavía hay más, porque ese comentario lo hizo estando el profesor también en la cafetería, era el día que nos fuimos allí los alumnos del 1º C que no teníamos que recuperar un examen de Química. Nuestro tutor nos dio permiso. Como todavía no tocaba recreo, sólo estaban allí varios profesores y alumnos. No sé si el profesor aludido oiría lo que dijo P. Eso aumentó todavía más mi sentimiento de culpabilidad.
Ahora, por lo que la madre de O-otro de los chicos de mi colegio-le dijo a la mía, veo claro por qué se produjo el cambio de actitud de ellos. Pa le contó a mi madre que su hijo, que iba con el grupo, quedó rezagado y no participó en el incidente. Pero sí vio que nuestro profesor, al salir del instituto, lo había visto todo. De hecho, mi profesor, según Pa, le preguntó a O que qué hacían sus compañeros. O no supo qué decir, pues era de la rama de Humanidades y no le conocía. Nuestro profesor decidió ir a ver...y claro, O, que no es tonto, se dio cuenta de que les iba a caer una buena a sus amigos, llegó hasta ellos sin que el profesor lo viera, y les dio el aviso de que les había visto un profesor, y los chicos de mi colegio, que lo reconocieron inmediatamente, debieron de pensar que, si se iban de allí conmigo en aquel momento, no sólo no les echarían la bronca, sino que yo no podría contar nada que pudiera afectarles. Pero les salió el tiro por la culata, y desde luego, la bronca se la merecían.

Lo de hacerme girar era una de las bromas-como ellos las llamaban-que más me hacían en 1º, y que más oportunidades les daba para reírse de mí, aunque, por suerte, sólo me caí esa vez. Y es cierto que nuestro profesor había presenciado varias de esas bromas.
Eso, sin contar que, un viernes, entre las clases de CTS y Biología, cuando yo ya estaba en el aula del 1º C para dar esta última asignatura, quisieron hacerme lo mismo, entre otros, D Mo y P V. Pero yo intenté defenderme. No pude, porque P me sujetó con cada mano una de mis muñecas con mucha fuerza y así no podía mover mis brazos ni lo más mínimo. Menos mal que Go es un profesor muy puntual, y no tardó en llegar. Cuando alguien dijo que venía el profesor, P me soltó con una cara de triunfo y de risa. Yo no volví a intentar defenderme, porque vi que no era posible. P tenía más fuerza que yo, y yo no podía hacer nada.

Y D Mol, otro de los chicos de mi clase del colegio, que había suspendido 4º y estaba repitiendo curso ese año, me mordió en el brazo. Menos mal que llevaba más de una capa de ropa al ser todavía finales de invierno, porque lo hizo con bastante fuerza. Este hecho se produjo en el hall del centro y había muchos chicos y profesores presentes, algunos incluso miraban, pero nadie le riñó siquiera a mi compañero. Nuestra profesora de Biología de 3º vino, como ese año le estaba dando clase a él-porque también tenía suspensa la asignatura de 3º-bromeó un poco con él y conmigo-aunque a mí gracia no me había hecho ninguna-y se fue, sin más. De las demás personas, ninguna se acercó a nosotros dos.

El segundo trimestre transcurrió así, entre esos hechos, más burlas y motes-aunque, por lo menos, casi no me insultaban-y los estudios, que fueron mi gran refugio durante la etapa del instituto. Haciendo el trabajo de CTS, conseguí, como me entretenía y me gustaba, sobrellevar un poco la situación.

Pero M, una de mis escasas amigas de clase, vio que no le gustaban esos estudios, que se había equivocado al elegirlos. Quería hacer un módulo de FP. Nos preguntó nuestra opinión, y la mía era que hiciera lo que más le gustara, aunque eso significara que ya no fuéramos compañeras de clase...y así fue. M se dio de baja en nuestra clase y se marchó a hacer un módulo, no sé si en mi instituto o en otro de los 2 adyacentes. Pero nos seguíamos encontrando en el camino de vuelta a casa, pues ella también vive cerca de mí, y yo aprovechaba esos momentos bonitos con mi amiga, porque ella me dijo que lo éramos, que yo había sido una buena compañera, y que era una buena amiga. Yo quería mucho a M, y me entristeció mucho su marcha, aunque nos siguiéramos viendo fuera de clase. Después del verano de 2002, entre 1º y 2º de Bachillerato, perdimos el contacto. No he vuelto a saber de ella.

Pero, cuando verdaderamente las cosas se complicaron para mí, fue cuando ocurrió el hecho al que yo me refiero desde entonces como el caso I.
Después de haberse ido M, de mis 2 mejores amigas de clase sólo me quedaba I. Me lo pasaba muy bien con ella, pero...los chicos de mi colegio estuvieron a punto de romper nuestra amistad y, ahora sí, me hicieron la vida imposible de verdad porque decían que me lo merecía, aunque yo sabía que no había hecho nada malo.

La cosa comenzó cuando Go nos anunció el segundo de los 3 exámenes de Biología y Geología del curso. Este examen era ya sólo de Biología y yo lo llevaba muy bien. I, que, como siempre, no había estudiado, me dijo que en ese examen sólo iba a poner su nombre completo-M I R B-y que esperaba sacar al menos medio punto por eso. Yo le dije que pondría mi nombre y muchas más cosas, y nosotras bromeábamos con ese tema. Pero Go es un profesor duro, y no le puso a I el medio punto. Y aunque hubiera sido un profesor más blando, poniendo tu nombre no demuestras tu conocimiento de la materia, por lo que de ninguna manera podía I sacar ese medio punto. Y ella, que sabía que no podía, hacía bromas sobre ello. Hicimos el examen y llegó el día de las notas. Cuando Go dijo la nota de I-que se deduce cual es porque no le podía poner ni medio punto-yo miré a mi compañera. A I no le inmutaba esa mala nota, puesto que no le gusta estudiar. Como le tenía a I mucho cariño, recordando nuestras bromas sobre esa nota, y porque me sentía muy a gusto en estas clases, le sonreí un poco al mirarla, y los chicos de mi colegio y su grupo interpretaron ese gesto como una burla hacia I. Le llegaron a decir que yo me había reído de ella, pero mi amiga ya sabía que eso no era cierto, y les contestó, textualmente, que lo que le dijeran ellos no le importaba. Luego, hablé yo con ella, y lo aclaramos.

En la clase donde se dijeron las notas de ese fatídico segundo examen de Biología, los de mi colegio y su grupo me mandaron notas amenazantes, diciendo que me había reído de otro por tener más nota que él, que si ellos fueran mi profesor yo no aprobaría...y cosas peores, como insultos y alusiones a temas sexuales, esto último, casi seguro, fue idea de A V, lo demás, fueron varios, porque las letras eran distintas en cada nota.
Fue entonces, uno de los días siguientes a ése, cuando recibí esa carta de la que hablé, que decía que me reuniera con alguien entre las clases de Biología y de Inglés de ese jueves, y yo, por supuesto, no fui a esa cita. El miedo ya se había apoderado de mí.

Desde que hicimos ese examen, a finales del segundo trimestre, yo, que ya estaba muy mal, me veía aún peor en el tercer y último trimestre del curso. Y no me equivocaba.
Ese tercer trimestre, después de las vacaciones de Semana Santa del 2002, fue para mí una auténtica tortura. Cada día que iba al instituto lo era. Menos mal que yo seguí refugiándome en los estudios.

Y es que, desde que hicimos ese examen, los chicos de mi colegio le fueron diciendo a todos los chicos y chicas de su grupo de amigos y también a sus conocidos, no que yo me había reído de I-lo que dijeron al principio-sino que yo me reía de todos los alumnos que sacaban peores notas que las mías. Incluso Ir lo dijo, cuando ella había hecho exactamente lo mismo conmigo, al sacar más nota en el examen práctico de Geología, que hicimos antes que éste de Biología. Ahí empecé a ver que la cosa era más grave de lo que yo creía y, ciertamente, se fue complicando más y más hacia finales de curso.

Anónimo dijo...

Las consecuencias del caso I. El verdadero infierno.
Desde que ocurrió la historia de las notas de Biología, me escondían todo el material escolar, cuadernos, libros...para que yo no pudiera estudiar, y, por tanto, como ellos mismos decían, sacar buenas notas. El cuaderno de Biología me lo devolvieron pronto, pero el de Lengua lo tuvieron más tiempo escondido. A V era el que más participaba en esto y no tenía reparos en esconderme todo el material que me encontraba, de hecho, algunas de esas cosas no las he recuperado nunca. Cuando la profesora de Lengua hizo los cambios de sitio en la clase que ya he comentado porque algunos alumnos se portaban mal, él en su clase siempre se sentaba cerca de mí, como ya he dicho. Un día, mi padre me compró un bolígrafo que dijo que era muy bueno y que no lo perdiera como hacía con todo-no es que lo perdiera, es que muchos de los bolígrafos, gomas y otros objetos así me los quitaban estos chicos ya desde pequeños, desde preescolar-y A vio que yo estaba escribiendo en clase de Lengua con ese bolígrafo. Dejé el bolígrafo un momento para coger mi libro y él me lo quitó. Luego, estuvo toda la clase riéndose de mí-siempre y cuando no se enterara la profesora-y enseñándome el bolígrafo que me había quitado. Con él, también se reía P F, que se sentaba delante en clase, en mi misma fila y, en esos momentos, al lado de A. Yo terminé diciendo en casa que había perdido el bolígrafo, como siempre, pues, a esas alturas, ya me daba miedo contarles algo a mis padres.

Además, incluso en asignaturas como Física o Biología, en las cuales antes estaba tranquila, eso ya no era posible. P F, V, D Mo y los que más cerca se sentaban de mí del grupo de amigos de los chicos de mi colegio empezaron a molestarme continuamente en clase, dándome por detrás de la silla, diciéndome todo el rato que si querían esto o lo otro, riéndose de mí...así, no había quien atendiera en clase. Una de las últimas clases de Física del curso se convirtió para mí en un infierno debido a eso. Yo no me atrevía a decirle nada a mi tutor. Tenía mucho miedo.

Y otro día, un lunes, el 13 de mayo, yo llegué la primera a clase, como siempre, y me encontré sobre la tarima de madera que hay en todas las aulas del centro delante de la pizarra un objeto, de tal tamaño, que, en un principio, lo confundí con el borrador, que se habría caído. Pero...el borrador estaba en su sitio. Me acerqué aún más...y lo que vi me dejó helada. No era un borrador. El objeto era una piedra. Un gran agujero y otro más pequeño se apreciaban en los ventanales del aula que estaban junto a la primera fila de mesas. Las mesas de mis compañeros P A, J, C, F...y la mía, que eran las de la primera fila más cercanas a los ventanales, estaban salpicadas de cristalitos. Y, por el suelo del aula, cristales, algunos muy grandes, muchos de ellos rodeando sobre la tarima a la piedra que yo había visto.
M A llegó el segundo a clase. También se asombró mucho. Me echó a mí la culpa, y yo intenté defenderme diciéndole que no podía ser así, aunque estaba llena de miedo. Él me dijo que se lo iba a decir a los profesores o a la Jefa de Estudios...algo así. Pero no lo hizo, porque sabía de sobra que no podía haber tirado yo las piedras-la otra, la que hizo el agujero más pequeño en la ventana, nunca apareció-porque yo no veo bien de lejos, y habían sido tiradas desde fuera, y a una buena distancia, para dejar toda la clase como la habían dejado. Alguien, durante el fin de semana, lo había hecho, pues el viernes la clase estaba bien al irnos a casa, y yo había sido la primera en ver el desastre el lunes. No podía haber sido yo. De hecho, es que no fui yo. Pero tenía mucho miedo de que Miguel Ángel hiciera lo mismo que en el caso I y les fuera diciendo a todos que había sido yo, ya que él fue uno de los que difundieron eso de que yo me reía de los que tenían peores notas que las mías y todo lo demás que dijeron. Para poder dar la clase de Inglés, una de las conserjes del centro tuvo que venir-la llamó mi profesora-y recoger todos los cristales con cuidado para que ni nosotros ni Che nos cortáramos.

Cada día que avanzaba el curso, se ponían más pesados con las notas de todas las asignaturas, pero, sobre todo, de Biología, me recordaban continuamente la historia de ese segundo examen del curso y todo lo que de ella había derivado.
En el caso de los profesores que no decían las notas en público, sabían algunas de las mías de todas formas, porque me pedían, de muy malas maneras, que les enseñara mi examen cuando nos los repartían. En ocasiones, yo conseguía que no las vieran, pero eso no siempre era posible, debido a que ellos, sobre todo A V y P V, tenían mucha más fuerza que yo.
En el caso de los profesores que sí las decían en público, que eran sólo 3, no se les entregaban los exámenes a los alumnos, si alguno quería revisarlo, tenía que ir al departamento del profesor en cuestión. Nuestro tutor las decía quisieras o no, la de Lengua les pedía a los alumnos que no querían que levantaran la mano antes de empezar la lectura y, ese trimestre, yo lo hice por primera vez en el curso. Y, en cuanto a Go, ya lo relataré a continuación.

He dicho que cada vez estaban más pesados con mis notas. En muchos casos, incluso se enteraban de ellas gente de 4º y de 3º. Parecía que yo las ponía en el tablón de anuncios del centro. Lo que pasaba en realidad es que no todos los de mi colegio eran buenos estudiantes, y varios se habían quedado de repetidores en los cursos de la ESO, con mucha influencia en esas clases, pues eran de los mayores de los grupos, y los de mi colegio que sí estaban en 1º de Bachillerato no perdían una para contárselas. Otra explicación no hay, además, yo misma les vi haciendo eso una vez, y esto lo sabían muchos alumnos del centro.

Los días anteriores al tercer y último examen del curso de Biología fueron un infierno para mí. Yo no podía aprovechar los recreos para repasar ése y otros exámenes finales que teníamos, como hacían muchos de mis compañeros, incluidos los chicos de mi colegio, porque siempre tenía encima a alguno de ellos o de su grupo de amigos diciéndome No sabes nada, No vales para nada, Lo que quiero es que suspendas y lo voy a conseguir, No te molestes estudiando porque no sabes nada, etc. Expresiones de ese tipo las oía constantemente mientras yo, sentada o de pie en el aula del 1º C, intentaba aprovechar para repasar los exámenes. Tan mal me llegué a sentir, que muchos días, al final, acababa marchándome de nuestra aula y me iba al aula del 1º B, los que serían mis futuros compañeros y amigos de 2º D. Entonces, estos chicos, con los cuales yo daba CTS y me sentía muy a gusto, ya me tenían aprecio, y, al ver que siempre iba a su aula para repasar con ellos los exámenes y no me quedaba en la mía, y, sobre todo, al ver la cara de tristeza y de miedo que tenía, me preguntaron varias veces que si me pasaba algo. Pero, en esos momentos, el miedo volvía a apoderarse de mí con toda su fuerza, yo no quería más líos con el grupo de los de mi colegio, y les decía, muy nerviosa, que no me pasaba nada, que todo iba bien. Luego, al poder estar en un buen ambiente para repasar mis exámenes, me iba calmando y acababa siempre hablando y riéndome con ellos o con I, pues ella y yo seguíamos siendo muy amigas.
De hecho, en E. F, me pasaba casi todo el rato con ella, A y Ma E. Mientras tanto, mis compañeros jugaban un campeonato de badminton. Yo también hubiera querido jugar, pero Cr, al contrario que su compañera en 3º, me dijo que no, que yo no veía bien la pelota. Y hombre, veo mal de lejos y las pelotas de badminton son pequeñas, pero como para no verlas...¡si muchas estaban pintadas de colores chillones precisamente para que se vieran mejor! Pero bueno, al menos podía disfrutar de unos pocos momentos bonitos en la jornada escolar, hablando con mis amigas.

Y no les bastó con todo esto a los chicos de mi colegio y a su grupo. Cada vez me dejaban menos atender en clase, me escondían todo, me acusaban frecuentemente de reírme de otros chicos con notas peores que la mía a raíz de lo que pasó con I, y me quitaban la cartera en cuanto me descuidaba, con lo que tenía que llevarla conmigo en los recreos, con todo el peso de los libros. En mi facultad, que un alumno lleve consigo sus cosas es normal en las horas libres y en toda la jornada en general, porque cambiamos mucho de aula, salimos fuera y a veces nos alejamos mucho de la facultad, y pueden perderse cosas...además, no llevamos libros a clase-con lo gordos que son, como para eso-pero raro era el que en un recreo andaba con su cartera por el instituto, la dejábamos en nuestra aula oficial-donde dábamos clase siempre mientras no tuviéramos que irnos a otra para dar optativas-Yo tenía que llevar conmigo mi cartera, a pesar de todo el peso que suponían los libros para mi espalda, porque, si la tenían los de mi colegio o alguno de su grupo, la registraban, y una vez llegaron hasta a coger mi dinero, aunque menos mal que luego me lo devolvieron, además de que, como varias veces en las que me descuidé la cogieron y encontraron restos de goma de borrar en la cartera, me acusaban de drogadicta casi todo el tiempo.

Uno de esos días horribles de finales de curso, mi madre y yo decidimos que me vendría bien arreglarme un poco el pelo. Yo nunca quiero llevarlo muy corto, así que nos fuimos a una peluquería que está en el centro comercial Eroski de mi ciudad y me hice una media melena lisa, muy bonita. Yo estaba contenta, me encantaba. Pero, al día siguiente, muchos del grupo de los de mi colegio, sobre todo P F, que se sentaba cerca de mí, me llamaron fregona muchas veces. Así que seguí teniendo media melena, pero me lavé el pelo y me dejé mis rizos naturales, ya que mi pelo no es del todo rizado, es liso por arriba y muy rizado hacia abajo. Ése fue el peinado que llevé durante el resto del curso, aunque lo de fregona me lo volvieron a llamar, menos veces, pero volvieron a hacerlo.

A partir del caso I, los de mi colegio y su grupo-y de varias clases, excepto el 1º B-se empezaron a reír si yo bajaba tan sólo un poco mis notas. Lo hacían porque, siempre según ellos, yo me lo merecía por haberme reído de I. Cuando suspendí un examen de Matemáticas consiguieron que la mayoría del 1º C se riera de mí. Yo acudí desesperada a Az, casi llorando y con las burlas de Ir encima, y ella tuvo que poner orden, aunque la clase ya había terminado, pero todos los de este grupito estaban riéndose y muy alborotados.

Yo lo estaba pasando tan mal, que, cuando llegaba a casa, no les decía nada a mis padres, fingía estar bien y comía con ellos. Inmediatamente después de comer, me encerraba llorando en mi habitación y luego me ponía de rodillas sobre la alfombra que tengo junto a mi mesa de estudio, levantando la mirada y pidiendo que alguien me creyese, que yo no me reía de los chicos que tenían peores notas que las mías, yo sabía que en mi clase casi nadie me creía, y en otras, excepto el 1º B, tampoco, pero que era verdad lo que yo decía, que yo nunca haría eso...me pasaba horas enteras llorando antes de poder estudiar las lecciones del día. En esas horas, fue la primera vez que pensé seriamente en acabar con mi vida, porque ya no veía salida, no aguantaba más la situación que vivía en el instituto. Ahora, únicamente CTS era mi refugio y la única clase que me daba alivio, junto con mis compañeros del 1º B, mi habitación y las lecciones de las otras materias
Por suerte, mi visión se había estabilizado durante el trimestre anterior y, de momento, no perdí más.

El caso es que hicimos el tercero de los exámenes de Biología, y yo, como lo estaba pasando tan mal, me acerqué a Go antes de que él empezara a leer las notas y le dije Quiero que mi nota sólo la sepamos usted y yo. Él estuvo de acuerdo en seguida, y dijo las notas de mis compañeros, que no se opusieron a ello. Yo era consciente de que, si hacía eso les habría ganado a los de mi colegio y a su grupo por una vez, puesto que sólo yo sabría mi nota. No tuve dudas en ningún momento de que, si yo se lo pedía, mi profesor no la diría nunca en público. Si sacaba otra vez un 10, podía ser muy peligroso, pues se enfadarían muchísimo, y, si sacaba menos, se reirían de mí. Al final, la nota fue un 9.5, así que ya se ve lo que hubiera pasado si esa nota la hubieran llegado a saber ellos. La nota fue un pelín más baja, yo creo, por el mal ambiente que soporté en clase esos días. Todos los demás alumnos sabían las notas de los del grupo, porque yo fui la única que pidió que no se dijera mi nota. Entonces, P V se jactaba de tener un 9,1 y de que era la nota más alta de la clase...sin contar la mía. Era verdad, yo observé que ninguna de las notas de mis compañeros superaba la de P...excepto la mía, que sólo yo sabía. Me la había dicho mi profesor al día siguiente de la lectura de notas, cuando él y yo estábamos solos en un cambio de clases y nadie nos prestaba atención, además de que tanto él-fuera de las clases-como yo hablamos muy bajo. Estuve a punto de decirle lo que me estaban haciendo mis compañeros, pero un alumno del 1º D se acercó a él para preguntarle algo, y ya no me atreví. Tenía muchísimo miedo. Go se despidió de mí y atendió a su otro alumno, y yo me sentí fatal. Estaba deseando decirlo, pero el miedo a represalias por parte de mis compañeros podía más conmigo que ese deseo de sacar fuera todo el dolor que estaba soportando.

Porque todo esto no era sólo dentro del instituto, sino también fuera. Eran muchos los días en los que algunos este grupo me alcanzaban a la salida de clase y se ponían a propósito delante de mí y no me dejaban avanzar por la acera del centro.
Un viernes, cuando yo volvía a casa por la acera del instituto después de una clase de Biología, me estaban molestando tanto, que cuando yo logré escapar y me dirigí hacia el semáforo, escuché insultos como idiota o imbécil, entre otros. Estaba tan mal que no me di cuenta de que el semáforo estaba rojo cuando empecé a cruzar y mis compañeros gritaban Pero, ¿qué hace esa tonta? Menos mal que el semáforo se puso verde en seguida. En la otra acera, me encontré a nuestra profesora de Biología de 3º, que también vive en mi calle, y hablé un poco con ella, pero el miedo era demasiado como para que yo me atreviera a contarle nada. El miedo siempre me vencía.
Lo del semáforo no, pero lo de las molestias y bromas-como las llamaban ellos-y los insultos en la calle, se repitió varios viernes seguidos de las últimas semanas del curso, quizá porque la última clase de los viernes era precisamente Biología.

Al final, yo, harta de que P alardeara de su nota, y como no me gusta la gente soberbia, me arriesgué y le dije la verdad, que mi nota era más alta que la suya, pero él había creído ser el mejor de la clase sin saber una de las notas. Además, le dije, y es cierto, que yo nunca en los otros exámenes me había preocupado de si era la mejor o no. Objetivamente, lo fui si miramos las notas de los 3 grupos de mi profesor, pero eso para mí nunca será importante. Lo que yo trato de ver es el interior de mis compañeros, no si son mejores o peores en los estudios. Ante ese discurso mío-a mí se me da muy bien eso de los discursos, de hecho, hice uno en clase de Biología sobre mi opinión acerca del botellón, fue Go quien sacó el tema del alcohol y los jóvenes y todo eso-P no supo qué contestar y no dijo nada. Sencillamente, se marchó

Anónimo dijo...

Toda una etapa de sufrimiento...y una marca de por vida
El curso había acabado ya. Sólo los alumnos con materias suspensas de 1º tenían una semana de exámenes de recuperación en junio para intentar aprobarlas. A mí, me quedaba un dolor horrible, mi visión empezó de nuevo a ir a menos...y, sobre todo, me quedaba y me queda un largo camino por recorrer para superar las marcas que estos 3 cursos me dejaron. Éste fue el último año que sufrí a manos de mis compañeros del colegio y sus amigos, porque, dada la modalidad que yo elegí para 2º de Bachillerato, mi clase ese curso fue el D, la única en la cual todos los alumnos daban Biología, y también la única en la que tuve verdaderos amigos, que me querían y a los que yo quería-y los quiero mucho, a veces todavía me encuentro con alguno de ellos-procedentes del 1º B en su mayoría y también varios de mis escasos amigos del 1º C.