30 de junio de 2007

Yo tuteo, tú tuteas, él tutea












Enrique Múgica, defensor del pueblo, recomienda eliminar el tuteo en las aulas. “Debido a la falta de respeto —arguye—, se originan muchos episodios de violencia”. Lo tiene crudo. Aquí, hasta en el mercado los vendedores abordan a sus desconocidas clientas con un “¿y tú qué quieres, reina?”. Lo de reina, claro, es una deferencia para suavizar tan abrupta aproximación personal, como si se otorgase una especie de jerarquía que perdonara todo.

Aun así, no nos cortamos un pelo. Anteayer oí a la limpiadora de un inmueble decirle a un octogenario: “Guapo, no me pises el suelo, que lo acabo de fregar”. En este ambiente, conseguir que vuelva a tratarse de usted a los profesores me parece una utopía. Probablemente tenga razón el señor Múgica y gracias a la distancia que marca ese tratamiento, cada uno adoptaría un papel menos conflictivo en la relación escolar.

Pero, insisto, eso es pedir peras al olmo. En un idioma en el que la conjugación en segunda persona, tú, es la más frecuente, ya me dirán. Luego están los referentes sociales, o sea, esos creadores de pautas de conducta —presentadores de televisión, políticos, intelectuales,…— que, aparte de hablar un castellano dudoso muchos de ellos, tutean hasta a los difuntos.

¿Cómo explicar entonces a los jóvenes que existe una manera más impersonal y respetuosa de tratamiento que es el usted? Imposible. Sobre todo, si el tratamiento no es recíproco. Se vio en aquel programa televisivo de preguntas a Rodríguez Zapatero, en el que sus interlocutores le trataban de usted y él tuteaba a todo el mundo en sus respuestas.

Esta asimetría de relación es injusta y algo prepotente. Así que en la hipótesis del defensor del pueblo, los alumnos también deberían ser tratados de usted; si no, ya me dirán qué didactismo es el nuestro.

Que conste que disculpo a nuestro presidente. Peor ejemplo es el de Nicolas Sarkozy presentándose achispado a una rueda de prensa.

Si queremos transmitir valores sólidos a nuestros jóvenes, principios morales y todo eso, ¿cómo decirles que beber es malo cuando al primero que lo hace es el propio presidente de la República? Es que una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo.

http://www.diariometro.es/es/article/2007/06/26/15/2047-62/index.xml

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